El Caso de la Rubia Platino

El Caso de la Rubia Platino Lyrics

Song El Caso de la Rubia Platino
Artist Joaquín Sabina
Album 19 Dias Y 500 Noches
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作曲 : Berro, Sabina, Stivel
Me adelantó un talón de setecientas,
más gastos, sin contar otras quinientas
en fichas del casino,
mi último tren llegaba con retraso,
así que decidí aceptar el caso
de la rubia platino.
Yo era un huele-braguetas sin licencia,
quemado en la secreta por tenencia,
extorsión y líos de faldas,
estaba, como buen ex-policía,
a sueldo de un pez gordo, que sabía
cubrirse las espaldas.
Ninguna zorra vale ese dinero,
pensé, mientras dejaba mi sombrero
nuevo en el guardarropa,
cantaba regular, pero movía
el culo, con un swing, que derretía
el hielo de las copas.
Cuando salió, por fin, del reservado,
sentí que las campanas del pasado
repicaban a duelo,
la última vez que oí esa melodía
me recetaron tres años y un día,
más IVA, en la Modelo.
Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos,
me daban diez de los grandes por el caso
de la rubia platino.
Los besos que te dan las chicas malas
salen más caros cuando los regalan
y huelen a fracaso,
pero el croupier me echaba cartas buenas
y la rubia platino era morena
y el caso era un gran caso.
En un bistró, del puerto de Marsella
nos fuimos demorando, entre botella
y botella de Oporto:
"Los que pusieron precio a tu cabeza
-le dije exagerando su belleza-,
se habían quedado cortos".
Puede que me estuviera enamorando,
porque, antes del café, cambié de bando,
de hotel y de sombrero.
Mi viejo puso un cuarto, con dos camas,
fingiendo que la dama era una dama
y su hijo un caballero.
Ni siquiera, señores del jurado,
padezco, como alega mi abogado,
locura transitoria.
Disparé al corazón que yo quería,
con premeditación, alevosía
y más pena que gloria.
Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos,
diez de los grandes por seguirle los pasos,
a la rubia platino.
Para volver a ser alguien, en el ambiente,
necesitaba un par de buenos clientes,
algo para mis vicios y un despacho decente,
no dan para comer las putas del barrio chino,
todos los lunes no me encargan el caso
de la rubia platino.
Para no ser un cadáver, en el tranvía,
aparte de tener gramática parda
hay que saber, que las faldas, son una lotería;
con luz de gas brilló mi lámpara de Aladino...
me daban diez de los grandes
por el caso de la rubia platino.
zuo qu : Berro, Sabina, Stivel
Me adelanto un talo n de setecientas,
ma s gastos, sin contar otras quinientas
en fichas del casino,
mi u ltimo tren llegaba con retraso,
asi que decidi aceptar el caso
de la rubia platino.
Yo era un huelebraguetas sin licencia,
quemado en la secreta por tenencia,
extorsio n y li os de faldas,
estaba, como buen expolici a,
a sueldo de un pez gordo, que sabi a
cubrirse las espaldas.
Ninguna zorra vale ese dinero,
pense, mientras dejaba mi sombrero
nuevo en el guardarropa,
cantaba regular, pero movi a
el culo, con un swing, que derreti a
el hielo de las copas.
Cuando salio, por fin, del reservado,
senti que las campanas del pasado
repicaban a duelo,
la u ltima vez que oi esa melodi a
me recetaron tres a os y un di a,
ma s IVA, en la Modelo.
Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos,
me daban diez de los grandes por el caso
de la rubia platino.
Los besos que te dan las chicas malas
salen ma s caros cuando los regalan
y huelen a fracaso,
pero el croupier me echaba cartas buenas
y la rubia platino era morena
y el caso era un gran caso.
En un bistro, del puerto de Marsella
nos fuimos demorando, entre botella
y botella de Oporto:
" Los que pusieron precio a tu cabeza
le dije exagerando su belleza,
se habi an quedado cortos".
Puede que me estuviera enamorando,
porque, antes del cafe, cambie de bando,
de hotel y de sombrero.
Mi viejo puso un cuarto, con dos camas,
fingiendo que la dama era una dama
y su hijo un caballero.
Ni siquiera, se ores del jurado,
padezco, como alega mi abogado,
locura transitoria.
Dispare al corazo n que yo queri a,
con premeditacio n, alevosi a
y ma s pena que gloria.
Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos,
diez de los grandes por seguirle los pasos,
a la rubia platino.
Para volver a ser alguien, en el ambiente,
necesitaba un par de buenos clientes,
algo para mis vicios y un despacho decente,
no dan para comer las putas del barrio chino,
todos los lunes no me encargan el caso
de la rubia platino.
Para no ser un cada ver, en el tranvi a,
aparte de tener grama tica parda
hay que saber, que las faldas, son una loteri a
con luz de gas brillo mi la mpara de Aladino...
me daban diez de los grandes
por el caso de la rubia platino.
zuò qǔ : Berro, Sabina, Stivel
Me adelantó un taló n de setecientas,
má s gastos, sin contar otras quinientas
en fichas del casino,
mi ú ltimo tren llegaba con retraso,
así que decidí aceptar el caso
de la rubia platino.
Yo era un huelebraguetas sin licencia,
quemado en la secreta por tenencia,
extorsió n y lí os de faldas,
estaba, como buen expolicí a,
a sueldo de un pez gordo, que sabí a
cubrirse las espaldas.
Ninguna zorra vale ese dinero,
pensé, mientras dejaba mi sombrero
nuevo en el guardarropa,
cantaba regular, pero moví a
el culo, con un swing, que derretí a
el hielo de las copas.
Cuando salió, por fin, del reservado,
sentí que las campanas del pasado
repicaban a duelo,
la ú ltima vez que oí esa melodí a
me recetaron tres a os y un dí a,
má s IVA, en la Modelo.
Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos,
me daban diez de los grandes por el caso
de la rubia platino.
Los besos que te dan las chicas malas
salen má s caros cuando los regalan
y huelen a fracaso,
pero el croupier me echaba cartas buenas
y la rubia platino era morena
y el caso era un gran caso.
En un bistró, del puerto de Marsella
nos fuimos demorando, entre botella
y botella de Oporto:
" Los que pusieron precio a tu cabeza
le dije exagerando su belleza,
se habí an quedado cortos".
Puede que me estuviera enamorando,
porque, antes del café, cambié de bando,
de hotel y de sombrero.
Mi viejo puso un cuarto, con dos camas,
fingiendo que la dama era una dama
y su hijo un caballero.
Ni siquiera, se ores del jurado,
padezco, como alega mi abogado,
locura transitoria.
Disparé al corazó n que yo querí a,
con premeditació n, alevosí a
y má s pena que gloria.
Para jugar al Black Jack y ser un duro,
andar escaso de efectivo
es igual que pretender envidar,
con un farol, al futuro.
No por casualidad
me temen en los casinos,
diez de los grandes por seguirle los pasos,
a la rubia platino.
Para volver a ser alguien, en el ambiente,
necesitaba un par de buenos clientes,
algo para mis vicios y un despacho decente,
no dan para comer las putas del barrio chino,
todos los lunes no me encargan el caso
de la rubia platino.
Para no ser un cadá ver, en el tranví a,
aparte de tener gramá tica parda
hay que saber, que las faldas, son una loterí a
con luz de gas brilló mi lá mpara de Aladino...
me daban diez de los grandes
por el caso de la rubia platino.
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